El País Cristina Bisbal Delgado

Cuando un niño nos dice que le duele el estómago, la cabeza, las extremidades o la espalda (las dolencias más frecuentes), es habitual que pongamos en duda la existencia de ese dolor. Y, más aún, la intensidad. La tendencia de los padres suele ser restarle importancia. También en caso de que sean recurrentes o incluso continuos, momento en que solemos relacionarlos con motivos emocionales.”(more)