La Razón Laura C. Liébana

Niños que se sientan sobre el pasto, tierra o arena con los ojos vendados, que toman entre sus manos algún objeto del lugar donde se encuentran y aprenden a adivinar qué es, qué función cumple en el ecosistema y cómo interactúa con otros elementos naturales. Haga frío o calor, los alumnos salen a comprender el valor de la naturaleza con sus propias manos. El objetivo es estimular una experiencia de aprendizaje activo y fomentar su conciencia ambiental. Actividades como esta son frecuentes en jardines de infancia y colegios de Noruega, Alemania o Canadá, por nombrar algunos países.”(more)